lunes, 19 de julio de 2010

Cinco poemas para Dios

SEGUNDA TRAGEDIA. (25.)

Impulso atrevido de conocer a Dios.
Mismas sillas piñas y sueño, como soñarte al revés,
Llamándolo en poemas de libretas sueltas,
Abandonadas en sillas vacías del alma.
Vagaba sentada, siguiendo mariposas,
(((Nos indicaba el camino, Dios, en franco enojo agnóstico)))
Llamó a las mariposas por sus nombres.
Acudí en su auxilio, su mordedura es letal.
Se atrajo la muerte, mostró sus rostros inusitados,
De monstruosa faz infinitamente tranquila sinfín.
Casi igualitos a los demonios, sus ojos,
Pero más lindos con aguas tristes
De soledad.
Inequívoca mirada de venado. Puedo afirmarlo.
Sólo Bambi mira así.
Acudí al baúl, desdoblé las sábanas que mi abuela bordó
Para mi cuna.
Ahí estaban sus ojos con una estrella en la bóveda negra
De la retina enfocando, zoom, retro, tal encuadre,
El padre de Bambi, inmóvil
Observa a su hembra parir un cervatillo.
Asoma cabeza. Una pata, otra, mamá sufre, el poeta:
- Mamá, debo sufrir¿?
- Sólo siente.
Lo expulsa.
Empuja a su crío que intenta levantarse.
Mira de venado en temporada de caza.