sábado, 24 de julio de 2010

Cinco poemas para Dios (y una Epifanía)

PURÍ, SANÍ, CURÍ. (28.)

Saní, purí, curá,
Curá, purí, saná. (Canción de cuna de una nana negra)

Juntar las manos para beber es sagrado. Hacer cazuelita.
El agua tiene el compromiso del embrujo
Estático Rebelde Lumínico Traslúcido de hidratar el alma.

Bendita es. Incrédulos los que la bendicen.
Todo niño es hijo del agua y de Dios.
Ingratos los bautizados, los iniciados fuera de Sí que nombra.
En otras palabras me bautizo, me inicio en silencio mental a pesar del Ruido del tamborileo del corazón mío.
Cualquier riego engendra,
Brotan semillas germinantes, asombrando
Al sediento y a la virgen, más que La Anunciación.

Ella soñó agua y un ángel le dio a beber
De entre sus manos. El manantial de agua
Flotaba.

-- Ya no eres Virgen, hasta un nuevo impacto del Espíritu Santo,
Regenerador de tu sagrado himen.